jueves, 18 de marzo de 2010

POBLACIÓN Y DESARROLLO SUSTENTABLE
Por: Cielo Vallejo Uscategui- Ingenuera Agroforestal
Integrante Asociación Campo Verde de Gualmatán Nariño.

El concepto de desarrollo sustentable reúne dos líneas de pensamiento en torno a la gestión de las actividades humanas: una de ellas concentrada en las metas de desarrollo y la otra en el control de los impactos dañinos de las actividades humanas sobre los recursos naturales. “El desarrollo sustentable se asume como aquel que satisface las necesidades de la población actual sin comprometer la capacidad de las generaciones venideras para satisfacer sus propias necesidades”.

Para entender un poco mas este concepto de desarrollo, es necesario hacer referencia a la relación “Naturaleza – Sociedad”, donde la sociedad garantiza su existencia y evolución solo por su constante interacción con la naturaleza; en tal sentido, una sociedad, no solo está constituida por categorías o determinaciones del ser social, sino que está articulada con las categorías de la naturaleza, sin las cuales, no se darían procesos de desarrollo ambiental, entendiendo por ambiental una dimensión que involucra la parte social, económica y ecológica.

Sin embargo este tipo de procesos se han visto estancados, debido a la falta de participación activa por parte del Estado que carece de políticas de conservación e incentivos que propendan por el uso adecuado de los recursos naturales, al mismo tiempo esto ha contribuido a que las comunidades pierdan inertes sobre la problemática ambiental actual, reflejada en el deterioro de la calidad de “vivir” de las poblaciones y en la degradación ecosistémica.

Algunos de los factores que afectan tanto la parte socioeconómica como la ecológica, han sido principalmente la ampliación de la frontera agrícola sobre zonas de “Protección Absoluta”: su cobertura principal es la de páramos zonales y bosques naturales primarios, ecosistemas estratégicos para el mantenimiento de la biodiversidad y cuna de nacimientos de importantes redes hídricas que no solo abastecen a las comunidades humanas residentes en sus alrededores, sino también para el riego de suelos agrícolas. “El agua es sinónimo de vida y representa, por lo tanto, un recurso natural cuyo manejo y conservación es prioritaria en todo el mundo”

Generalmente el establecimiento de los sistemas de producción agropecuarios se desarrollan bajo un manejo inadecuado y requieren prácticas de deforestación y quemas, destruyendo a gran escala los bosques primarios con sus especies nativas, que cumplen un papel fundamental en la preservación de la calidad y cantidad del agua, desconociendo de las implicaciones que estas situaciones vienen causando en contra del ecosistema, especialmente del recurso hídrico y del recurso suelo que pierde su estructura, esto unido a las altas pendientes y al efecto de la gravedad genera inestabilidad de las laderas, dando lugar a procesos de escorrentía y movimientos en masa, que originan que los caudales se vuelvan incontrolables en épocas lluviosas.

Así mismo, la desprotección de las orillas de los ríos se convierte en un agente contaminante y de riesgo del mismo, debido al arrastre de sedimentos, que disminuye considerablemente la calidad del agua afectando la salud humana y perjudicando uno de los principales soportes de los procesos productivos. De esta manera se altera directamente la economía local.

Además, estos ecosistemas representan un invaluable patrimonio cultural con valores históricos y tradicionales, que deben ser tenidos en cuenta en el manejo del espacio natural, convirtiéndose en un gran potencial para la recreación y el ecoturismo.

Por ello, si queremos continuar aprovechándolos, debemos conservarlos y su uso no debe rebasar los límites del umbral crítico, más allá del cual su deterioro se hace irreversible, planteando la necesidad de abordar este nuevo paradigma del desarrollo sustentable, cuya centralidad está dada en la población, donde pasa de ser objeto de desarrollo para tomar un carácter de sujeto social. También es importante que conjuntamente se establezcan espacios para fortalecer procesos de autogestión, que busquen respuestas efectivas a los problemas sociales, económicos y ecológicos, a partir de actividades de educación ambiental, participación y organización comunitaria, que propendan por el manejo, conservación, recuperación, protección y aprovechamiento racional de los ecosistemas de gran valor biológico, frágiles o estratégicos para el desarrollo, con el fin de mantener su oferta ambiental.
Deforestación de alto monte andino para leña.
“No se puede concebir el desarrollo sin que se piense en el medio ambiente y consecuentemente el desarrollo sustentable no se concibe sin considerar la calidad y bienestar de la humanidad”.

En el caso de la zona natural y estratégica Páramo Paja Blanca ubicado en la zona su del Departamento de Nariño Colombia, del cual se favorecen aproximadamente 50.000 personas, es importante considerar su problemática no solo desde el punto de vista ambiental sino también desde el punto de vista de la problemática social que las comunidades viven en la región, las soluciones no deben darse desde posturas románticas, extremas o drásticas. Hoy en día no es real pretender que los recursos naturales sean intocables, sin embargo tampoco se puede dar completamente la razón a las comunidades que están reduciendo progresivamente esta zona natural.

Procesos firmes de educación ambiental, capacitaciones para el desarrollo de proyectos productivos de mínimo impacto ambiental y de buenas opciones económicas, estímulos e inversión social, pueden ser solución efectiva para cambiar totalmente el panorama que llevaría a que comunidades depredadoras se transformen en comunidades protectoras.

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