jueves, 9 de octubre de 2008

UN HOMBRE SABIO Y VALIENTE

Corregimiento de Cuatis, sector El Molino, cuna del "Davinci Colombiano"

PUES BIEN, ¡YO HE VENIDO A BOGOTÁ!

El “Da Vinci Colombiano” aunque de familia pobre pero de regio corazón, llega a Bogotá para el desconocida, con la gran esperanza en su corazón de que allí estaba la oportunidad de desarrollar su invento del Aeromóvil, pero no pasaron muchos días y sus recursos económicos se agotaron como el mismo lo expresa en sus memorias del “Manifiesto ante el patriotismo colombiano”, por cierto muy tristes y desconsoladoras de un mártir de la ciencia, en un país muy pobre y atrasado en aquella época donde quienes pudieron ayudarlo lo ignoraron e inclusive se burlaron de el:

“He buscado trabajo, he ofrecido mis habilidades artísticas; sin ser pintor he pintado cuadros sobre motivos originales, solo uno pude vender. Escribí a Mis Colombia a raíz de su elección una carta en la que le rogaba me ayudara, pensando que pudiera ser para mi lo que Isabel la Católica fue para Colón, pero no recibí ni una sola palabra de respuesta.”

Colombia siempre ha sido centralista, donde la periferia no vale tanto como lo que hace y produce el centro del país, y sobre todo en la época de Julio Cesar Benavides este fenómeno era mucho más marcado, sumado a la histórica discriminación al pueblo nariñense, despectivamente llamado “pastuso” por razones de tipo ideológico y cultural. Se puede asegurar que si el inventor hubiese nacido más al centro de Colombia, la gloria le hubiese sido absoluta para él y para el país.

Ya en estado total de amargura por el espaldarazo que le dio la capital de su amada Colombia, dice en sus memorias:
“Oh país tan democrático donde los altos funcionarios… mejor callaré. Y mi ideal tan lejano, mi tormento de todos los días… clava en mis sienes como un aguijón… mi patria… que no es la que soñó Bolívar. Oh, todo eso… como un grito de aliento y de desesperación a la vez… Haber venido a Bogotá que le habré sus puertas a todo el que trae su ideal y regresar vencido!... Yo que nací rebelde ante los obstáculos! Todo esto, concentró en mi voluntad una ultima y audaz resolución contenida en este solo dilema: O llego a tener todo lo necesario y un taller mecánico puesto a mis ordenes para realizar el invento con el que contribuiré a la grandeza colombiana primero y de la humanidad después… o me niego a probar un bocado de alimento mientras se cumplan mis deseos.

INVENTOR EN HUELGA DE HAMBRE

“¡Un ideal tan grande, sí merece la vida un holocausto!”. Con esta declaración Julio Cesar Benavides toma la decisión más drástica y desesperada de su vida, cuando decide declararse en huelga de hambre al ver la indolencia y el desinterés en la capital colombiana de la gente que pudo haberlo ayudado y no quiso.

El invento del aeromóvil revolucionaría la historia de Colombia llevándola de la pobreza y el subdesarrollo a un adelanto sin precedentes, con esta convicción el “Da Vinci Colombiano” no comprendía como es que gente importante de este país a la que él había acudido e implorado, no deseaban el bienestar para los demás.

El tiempo era el peor enemigo para el inventor, por eso dice: “No existe para mi la palabra mañana; debe ser HOY O NUNCA. Abomino el hombre que me dice mañana tratándose de esto.”

No cabe duda que Julio Cesar B. fue un hombre de grandes ideales y que supo defenderlos con mucho valor, poniendo en juego inclusive su propia vida como lo hicieron los héroes de nuestra independencia, y así lo expresa:

“De propósito he puesto, pues, mi destino entre la victoria de mi ideal, o la muerte. Como de propósito puso Aníbal en Cansas su ejercito entre los romanos y el mar; así he puesto yo mi vida, entre las generaciones de mis compatriotas y la muerte.
Y si me salvan ayudándome pues, a ello debería la patria una gran parte siquiera de su futura prosperidad; si me dejan morir… también sé mostrar que si sé morir.
Y así pues, hoy, a las dos de la tarde de este día, ocho de junio, doy principio a mi huelga de hambre y me constituyo voluntario prisionero en el edificio de la policía nacional para tener testigos de vista, como sabe cumplir su juramento un hombre que, tiene un ideal muy grande, y tiene también en cambio, el enorme crimen de ser pobre.”

En Bogotá Julio Cesar Benavides estuvo mas de un año rogando le sean atendidas sus peticiones, fue un año tortuoso pasando angustias y necesidades, su huelga de hambre tampoco pudo quebrantar la indiferencia de los Bogotanos influyentes. Derrotado vuelve a Gualmatán a trabajar y a recuperarse física, económica y anímicamente para seguir en su empeño. Pero la muerte lo sorprendió tempranamente a los 41 años de edad en un trágico accidente que hasta hoy es un misterio. De este accidente se dice que fue provocado por envidia, que fue para robarle los planos del invento, y otros dicen que fue por fallas mecánicas en el carro en que viajaba, lo cierto es que los planos del aeromóvil se perdieron para siempre, y con ellos la imposibilidad de recrearlos y más aun de desarrollarlos en su memoria.

1 comentario:

Cristina Vallejo dijo...

Desde España...

Recuerdo con gran cariño, mi hermosa y bella tierra de Gualmatán y es muy grato poder leer información y ver imagenes que me traen muchos recuerdos bonitos.

Ahora mas que nunca me doy cuenta que Gualmatán es una tierra para querer, pero sobretodo para cuidar y mimar, porque es envidiable sus lindo paisajes y su matiz de colores.

Vaya mis felicitaciones para sueñoverde en acción, por esta idea de poner una ventanita hacia esa querida tierra.

Cristina Vallejo